Árboles (Adrienne Rich)
Árboles
Desde el interior, los árboles
avanzan hacia el bosque,
el bosque que estuvo vacío todos
aquellos días,
donde ningún pájaro podía posarse,
ningún insecto esconderse,
y ningún sol podía enterrar su pies
en la sombra;
en el bosque vacío de esas noches,
los árboles abundarán por la
mañana.
Las raíces se esfuerzan toda la
noche
por desprenderse de las grietas
en el suelo de la terraza.
Las hojas se retuercen hacia los
vidrios,
pequeños vástagos endurecidos por
el esfuerzo
largas y torcidas ramas que se
desprenden con dificultad
bajo el techo, como pacientes
recién dados de alta,
medio-aturdidos, dirigiéndose
hacia las puertas de la clínica.
Aquí me acomodo. Las puertas se
abren hacia la terraza,
escribo extensas cartas
donde apenas menciono el bosque
y su partida de la casa.
La noche está fresca, la luna
entera brilla
en un cielo aún abierto.
El aroma de hojas y liquen
llega como una voz a las
habitaciones.
Mi mente está plena de susurros
que permanecerán en silencio
mañana.
Escucha. Los vidrios se quiebran,
se tambalean los árboles
Hacia la noche. El viento
se apresura a recibirlos.
Como un espejo la luna se ha
quebrado
y en la copa del roble más alto
relampaguean ahora sus fragmentos.
Traducción: Myriam Díaz-Diocaretz
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