Poemas de Lew Welch
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La imagen, como en un
Hexagrama:
El eremita cierra la puerta contra la tormenta.
Mantiene la cabaña tibia.
A lo largo del invierno ordena todo lo que tiene.
Lo que tuvo un buen comienzo, debe ser finalizado.
Lo que no, debe ser desechado.
En la primavera aparece con una prenda
y un solo libro.
La cabaña está muy limpia.
Si no fuese por eso, nunca sospecharías
que alguien vivió allí.
Ni siquiera 40 y mi barba está blanca
Ni siquiera 40 y mi barba ya está blanca
Ni siquiera despierto y mis ojos están rojos e hinchados
como
un niño que ha llorado demasiado
Qué es más desagradable
Que el vino de la noche anterior?
Me afeitaré.
Meteré la cabeza en el manantial frío y
miraré alrededor de los guijarros
Quizá pueda comer una lata de melocotones.
Entonces podré terminar el resto del vino,
escribir poemas hasta emborracharme otra vez
y cuando la brisa de la tarde suba
dormiré hasta ver la luna
y los árboles oscuros
y al ciervo mordisquear
y escucharé
a los mapaches reñir
Ya sé, se supone que
un hombre…
Ya sé, se supone que un hombre debe llevar el pelo corto,
pero tengo el pelo hermoso.
Me gusta dejarlo crecer como una larga melena de bronce.
Con mis botas. Con mi camisa de lana azul.
Con mi rifle colgando al hombro
entre enormes rocas, en el barranco oscuro,
soy el espectro del semental ruano.
Leif Ericson.
La hermosa Niña Dorada!
En verano habitualmente me lo corto todo.
Lo hago yo mismo, con tijeras y un poco de Jim Bean.
Qué decepcionados quedan todos.
Pasan meses y meses antes de que puedan
preocuparse por mi peinado
y la brisa
es tan fresca
Me vi…
Me vi,
Un círculo de hueso
en el claro arroyo
de todo
y prometí
estar siempre abierto a todo
que todo
pueda fluir a través
y entonces escuché
“círculo de hueso” donde
el círculo es
la boca de una campana
Tradducción: Andrés
Fisher y Benito Del Pliego
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