El oído creativo (Robert Frost)
El oído creativo
(El siguiente texto se basa en las notas tomadas por George
H. Browne, director de la escuela Browne and Nichols, durante la charla que
allí dio Robert Frost, el 10 de mayo de 1915.)
Browne hizo alusión al ojo observador. Yo
quiero hablarles de la función del oído creativo. Les han hablado demasiado de
los poetas que tienen una visión extraordinariamente vívida y la capacidad para
elegir imágenes visuales excepcionalmente elocuentes. Pero el uso del oído,
incluso en las composiciones escolares, es igual de valioso como fuente de
escritura. Cuando escuchan hablar a alguien, oyen palabras, eso está claro…,
pero también oyen tonos. El problema es percibirlos, recrearlos con la
imaginación y plasmarlos en la escritura. Pero es probable que muy pocos de
ustedes se hayan detenido a pensar en la posibilidad o la necesidad de hacerlo.
Por lo general, les dicen que deben reconocer las oraciones simples, las
compuestas y las complejas (largas y cortas, repetidas y aisladas, las distintas
estructuras sintácticas, etcétera). “No todas las oraciones son cortas, como
las de Emerson, el autor de la mejor prosa estadounidense. Tienen que usar
oraciones variadas, como Stevenson, etcétera”. Se pierde de vista lo esencial.
Siempre soñé con abandonar estas ideas, cuando era maestro (y, en mi propia
escritura y mis estudios, con incluir los sonidos vivos del habla). Porque es
un hecho fundamental que ciertas formas dependen del sonido (por ejemplo,
fíjense cómo varía el tono en la ironía, la afirmación, la duda, etcétera, en
el “Supongo” del granjero). Y este el problema central: ¿es posible plasmar
estos tonos en la escritura? ¿Cómo se distingue el tono? Por el contexto, por
el espíritu animado de la voz viva. ¿Y cuántos tonos les parece que circulan?
Cientos, cientos que nunca se volcaron en un libro. Comparen este verso de To a
Blackbird de T. E. Brown: “O blackbird, what a boy you are” [Oh mirlo, qué
infantil eres] con este de W. B. Yeats: “Who dreamed that beauty passes like a
dream” [Quién habría soñado que la belleza huye como un sueño].
Fui a misa, una vez (carcajada)… va a ser
más gracioso todavía cuando les diga que lo único que recuerdo es que conté una
larga serie de “Ahora bien”. Me empezó a aburrir la repetición. Sabía
exactamente cuándo vendría el “Ahora bien” y sabía de antemano cuál iba a ser
el tono. No hay nada que objetarle a la repetición adecuada, pero sí a la
repetición mecánica del tono. Repetir está bien, si la voz tiene una función.
Lo esencial, entonces, es tener en cuenta en todo tipo de escritura, en la
prosa y en el verso, la ACCIÓN de la voz: los patrones de sonido, la
gesticulación. Incorporen la sustancia de la vida a la técnica de la escritura.
Es la única forma de no caer en la retórica marchita.
Cuando empecé a enseñar, y después de mucho
tiempo de escribir, no entendía qué me pasaba a mí y a lo que yo escribía, ni a
lo que escribían los demás. Recuerdo con claridad la alegría y la satisfacción
que sentí cuando di por primera vez con una expresión que se ajustaba a mi
pensamiento. Estaba tan contento que me puse a llorar. Era la segunda estrofa
del poemita My Butterfly, que escribí cuando tenía dieciocho años. Y descubrí
que los sonidos que salen de los labios de las personas eran la base de toda
expresión eficaz: no eran simplemente palabras o frases, sino oraciones, cosas
vivas que circulaban, las unidades esenciales del habla. Y mis poemas deben ser
leídos con los mismos tonos expresivos que este discurso vivo. Veamos, por
ejemplo, los cinco tonos que hay en la primera estrofa de este poema:
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The Pasture / El prado
I’m going out to clean the pasture spring;
[Voy a limpiar el manantial del prado;]
(tono ameno e informativo)
I’ll only stop to rake the leaves away
[Me detendré tan solo a sacar hojas]
(tono de “excepto”, salvedad)
(And wait to watch the water clear, I may):
[(Y acaso espere a ver el agua limpia).]
(secundario, posibilidad)
I sha’n’t be gone long.—You come too.
[No me demoraré… Ven tú también.]
(desenvuelto, tranquilizador; idea de
último minuto, tono seductor; “No me parece nada mal”).
I’m going out to fetch the little calf
[Voy a buscar el ternerito nuevo]
(Parecido: desenvuelto, persuasivo,
tranquilizador, y con tono seductor en la segunda estrofa)
That’s standing by the mother. It’s so
young,
It totters when she licks it with her
tongue.
I sha’n’t be gone long.—You come too.
[Que está junto a la madre. Es tan pequeño
Que cuando ella lo lame trastabilla.
No me demoraré… Ven tú también.]
(Hace una ejemplificación similar con
“Mending Wall”). Solamente vean y oigan a los dos granjeros que, en primavera,
hablan a través del viejo muro, recogen las piedras caídas y las vuelven a
colocar en su lugar. Perciban el tono, desafiante y amenazante, en:
“We have to use a spell to make them
balance:
‘Stay where you are until our backs are
turned!’”.
[nos valemos de hechizos para que se
mantengan:
“¡Quédense quietas hasta que nos demos la
vuelta!”.]
Hay un tono juguetón en el verso: “Oh, just
another kind of outdoor game” [Ah, como otro deporte al aire libre]; un
equilibrio de expresiones idiomáticas en: “He is all pine and I am apple
orchard” [lo suyo es puro pino y lo mío manzanos]; incredulidad en lo que dice
el otro: “Good fences make good neighbors” [Con buenos cercos hay buenos
vecinos] y “But here there are no cows” [Pero acá no hay vacas]. Uno sacude la
cabeza cuando dice: “Before I built a wall” [Antes de levantar muros],
etcétera. ¿Lo pueden ver? ¿Y oír?
Así que el consejo que les doy para
escribir composiciones, muchachos, es este: “Elijan las oraciones usando el
oído y recréenlas con la imaginación cuando escriban”.
Traducción: Eleonora González Capria
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