De "Quién hubiera sido pintada" (Juana Bignozzi)
El
niño Pesaro
Tiziano
no es válida la carga del corazón
la literatura se hace con colores
los poemas con palabras
y la música de una vida
con la luz de los testigos
miran desde un ángulo de cuadro
prestigioso,
en iglesias lejanas de libros de colores
miran sin presencia desde la esquina
de mi casa de Saavedra.
acompañamos
entierros majestades asunciones
y
muchachas de barrio que se fueron para siempre
a
ciudades de prestigio.
adenda
95
creo que nos hemos despedido
en un mediodía cuando no había
que iluminarte para verte
seguirás mirando alguna ora
muchacha fascinada
mientras tu casa familiar se hunde
milímetro a milímetro
y ella va cerrando las ciudades
que les permitieron vivir
Sansepolcro
Piero entendió el mensaje del padre
huella en el mundo poder en la tierra
música de la Toscana en los
rosas y azules del estandarte
Agrupación
Impulso
Pintaron una flor para la pobreza
inmigrante
la ira del hambre
y abrieron las únicas ventanas de color
de los conventillos
Renoir
color dominante
y punto aúreo
están muy disimulados
merenderos de la costa del río en los
domingos
cada siglo tiene sus barqueros
y sus muchachas de modales excedidos
ya no hay pintores del rumor de mi clase
caballería
roja
Malevich
I
No pinta el cielo sino
de la tierra el alma rosa
no pinta hombres sino caballos
y el sueño del corazón hacia su frontera
II
sobre cada utopía en retirada
el cielo se abre
para mostrarla a contraluz
Delacroix
fiesta bárbara
en el patio de arena
disparan salvas los jinetes del desierto
en pequeñas fogatas preparan comidas
típicas
y un guardia de frontera con la cara del
que
fue mi amigo
recoge los pasaportes de la familia
y las fotos de las fiestas de cumpleaños
dispuestos a cruzar las puertas y empezar
la vida en el desierto
desde la galería alta los contemplan
embobados mujeres niños y los
uniformes y hábitos de las instituciones
y bajaré de esa galería para volver
a econtrarlos
en la ninguneada pintura pintoresquista
Léger,
Biot, costa azul
ese pelo exisitó en alguna playa de río
el de mi madre en Las Barrancas el día
que murió Gandhi
era igual de azul y sus manos e fabriquera
tan grandes
los pies eran de pobres, enormes,
pero no dolían
gracias, don Fernand, por haber dejado
para siempre en esa playa
la juventud de mi madre y de mis tíos
Degas
quién hubiera sido esa mademoiselle de
Esplanade Avenue
para hacer un breve recorrido hasta el
museo
y ser para siempre tu prima Estelle De Gas
de Nueva Orleans
tu sueño del espacio cerrado
tu momento de grand-mère
descanso de tantas buenas maneras públicas
en una mujer de tu sangre
olvidando allí envuelto en las sombras
del calor y el olor del
pantano y sus hojas sospechosas rodeado
por las muñecas de trapo
de mademoiselle Laveau
quién hubiera sido pintada en ese colo
lóbrego
de la falsa desdicha juvenil
para conservar entre cocina y cuentas
flores turbias aromas pegajosos
mis ojeras no transformadas en penumbra
mientras contra tu fondo tan turbio
como el rito
Estelle de Esplanade Avenue
Arregla para siempre unas flores imprecisas
Olimpia
Manet
me han dicho que soy lo único que una
mujer de izquierda
llevaría a una isla desierta más
un poco de música
là ci darem la mano del perverso
y triste del amor
no espero a un teórico de la literatura
ni a un militante de la izquierda
atrapada por una historia que sólo
la deja fuera
sólo vendrá un señor
con queso roquefort y borgoña y
algúna charcuterie
me han dicho que hay alguien duro y áspero
que no sale después de las 8 de la noche
y los que fueron jóvenes excedidos
escriben cartas burocráticas desde Texas
no me visitan los atrapados entre
el minimalismo y la narratividad
pero mi suave mano en el muslo las flores
que llegan y miro
este tributo a la moda española en el
mantón
y la desvergüenza de mi color plano
que por primera vez mira a quien lo mira
muñeca de cartón me llamó el lúcido Courbet
pero era un hombre de la injusticia y la
Comuna
que en este cartón no puede entrar
yo fui como muñeca en mi belleza muerta
en la pose
pero Manet me hizo mirar por primera vez
a quien no acostumbraba tener respuesta
en la posesión
ese señor de familia ordenada no esperaba
que yo lo mirara
sin sombras sin tenues claroscuros
la brutalidad de la luz de frente
marcaba el final de su impunidad
muchachas lúcidas cultas y agotadas
que vendrán detrás de mí
miren miren siempre la cara de los que
les rinden homenaje
cuando este brazo acartonado y plano
empezó a levantarse
para horror de los señores y espanto
de la pintura oficial
empezaba a quebrarse la discreción
que amparaba a una clase
mi cara fue más importante que las flores
o las chinelas
“no
hay pintura sin tema”
Rothko
El tema era el gris del mercado
el rojo de la muerte
el negro de la vida
el naranja de la eternidad
dice su hijo equivocadamente usando el
término
sociológicamente bien usado el término
“era un romántico que quería comunicar
ideas y sentimientos”
yo que no tengo cuadros ni hijo
rodeado de gente que considera
al pintor de su pueblo
una cumbre del siglo
y nunca hoyó hablar de él
también creo como ese hijo
“que la gente nunca lo olvidó”
más aún
después de él
mucha gente supo que en la vida
décadas enteras se convierten
en superficies planas de color
con límites imprecisos
con terribles líneas alambradas
que recuerdadn el origen negado
y separan y aíslan
Steve
Kaufman en mi casa
sobre
Napoleón en el San Bernardo de David
Kauffman responde a la pregunta
¿cuántas lecturas hay de su estilo?
la negación de la pintura es la lectura
literaria
de la pintura
nadie nos ha salvado de esa lectura
que nos separa para siempre de la felicidad
de la mirada
qué importa la cara de Napoleón
en el San Bernardo
si todo reside en su capa la sombra
de su capa
el vuelo de su capa el ala del imperio
ese
hombre paroxístico en
un
pueblo apacible
Soutine
en Céret
para los pobres el dinero siempre llega
tarde
cuando no hay recuerdo de la tranqulidad
se cambia de casa se cambia de ropa
no se cambian los colores
que siguen hablando de la memoria de la ira
los árboles se siguen retorciendo
y este Rémy Zoccheto aprendiz de pastelero
gana la eternidad para él y la celebridad
para su pintor
achicando sus ojos y estirando su cara
ahí estaba la tierna naturaleza de Céret
para él seguía el retortijón del hambre
y así retorció los árboles los conventos
las calles y los plátanos
así empezó la gloria nunca la paz
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